Se dice que, para que una obra artística sea considerada digna de reconocimiento debe soportar varios tipos de análisis: desde el técnico al estético, desde el discurso hasta uno meramente sensible.
Flow es uno de esos casos. Se trata de una sinfonía en donde la técnica, la estética y la historia se combinan para crear una obra bella, triste y esperanzadora al mismo tiempo, con personajes únicos y entrañables.
La cinta narra la aventura de un pequeño gato bombay, quien vive junto al taller de un escultor en un paisaje idílico. Allí intenta pescar, huir de los perros, vamos, vivir como solo un gato solitario e independiente sabe hacerlo.
Las cosas cambian cuando una terrible inundación barre con todo lo que conocía: su casa, la cama de su humano y el mundo por completo queda a merced del vital líquido, que irónicamente lo acorrala en lo alto de una escultura felina.
Una obra de arte sin diálogos, pero no silente
En Flow no hay humanos ni diálogos, pero tampoco se necesitan: el gato tiene una personalidad arrolladora y se complementa con las de sus compañeros de viaje: una garza magnífica, un capibara confiable, un lémur avaricioso y un perro que los meterá en problemas.
Aunque el gato es el eje central de la historia, su convivencia y aprendizaje con los otros personajes, incluyendo algunos notoriamente malévolos, ayuda a que la obra se complemente con momentos de acción, suspenso y, finalmente, gran tristeza.
Esta cinta, del jovencísimo cineasta letón Gints Zilbalodis de solo 30 años de edad, quien también participa en la banda sonora y la animación, no solo es una hermosa pieza de cine: es una reflexión sobre la confianza, la pérdida y cómo salir adelante de ella. Una verdadera obra maestra.
Flow ya está en las carteleras de cines de todo el país.
Sigue leyendo:
Estrenos 2025: Estas son diez de las cintas más esperadas del próximo año
Apple TV ofrecerá su contenido de manera gratuita los primeros días de 2025, aquí todos los detalles
0 Comments