Exégeta de proteccionismo
¿Cómo explicar las sonrisas de satisfacción del morenismo después del anuncio de Trump? Parecería que hubiera ganado la copa mundial de fútbol. Es extraño, considerando que nos aplicaron aranceles del 25% al acero y aluminio, además de la industria automotriz, en función de los componentes fabricados en Estados Unidos.
Ciertas empresas empezaron a ralentizar sus cadenas de producción, o, de plano, las cerraron “temporalmente”. El sindicato de la CTM anunció que General Motors despidió a 1,200 obreros. Stellantis y Toyota cerraron “temporalmente” su producción de vehículos y aseguraron que no iban a despedir a su personal. ¿Cuánto tiempo podrá durar el impasse?
El cálculo que hacen es que Trump tendrá que entender que las cosas no pueden seguir así, con aranceles, y rectificar. Él, por su lado, jura que no habrá reversa en sus decisiones económicas.
Tiendo a creerle a Trump en este caso. La lógica de los mercados bursátiles y financieros mundiales es que están en un proceso de pérdida de valor calculado en los trillones, y prevén que la economía mundial entrará en “recesión con inflación”. Los mercados están haciendo una apuesta de largo plazo. Pero Trump tiene la intención de mantener los aranceles hasta el fin de su mandato presidencial.
Hace unas horas, en un programa de Bloomberg, se le preguntó a un entrevistado si lo que hacía Trump tenía algún parecido con la mancuerna Reagan-Thatcher. al inaugurar la era denominada “neoliberal” en la economía mundial. Era la época de las privatizaciones de bienes públicos, la apertura de mercados junto con la eliminación de las regulaciones sobre las inversiones y la desregulación de los mercados laborales. Los impuestos sobre las inversiones se redujeron, como incentivo para acrecentar sus tasas de retorno. Reinaba la teoría económica del “goteo” hacia abajo, como política social.
La respuesta del entrevistado fue categórica: mientras Reagan y Thatcher tenían fundamentos teóricos y prácticos para su “reingeniería económica”, Trump no ha presentado un razonamiento coherente, excepto el notorio deseo de demoler el sistema económico actual, basado en prejuicios y fobias, además de sed de venganza. Concluyó el entrevistado que la oferta de Trump es la peor receta para un suicidio económico colectivo de los Estados Unidos.
En todos los análisis sobre los aranceles de Trump, queda expuesta la corriente ideológica del proteccionismo, mezclado siempre con una dosis de nacionalismo aderezado con populismo. Desde el Presidente Polk, que invadió a México en 1847, y pasando por el Presidente Teddy Roosevelt, que invadió Cuba para establecer el dominio de Estados Unidos sobre esa isla, la idea de su excepcionalismo ha estado presente en su pensamiento político.
Pero lo más importante es la idea de “fortaleza USA”, expresada en la Doctrina Monroe. Declarada por el Presidente Monroe en 1823, expresó que “América es para los americanos”. Estipuló el rechazo a la colonización europea de América y rechazó su intervencionismo. Era la era de las guerras de independencia de las colonias españolas, portuguesas, inglesas y holandesas en “las Américas”.
Trump ha convertido la tesis monroeista en un concepto de seguridad nacional, proteccionista económicamente e ideológicamente rechazando la imposición de ideas “de fuera”. De ahí la impronta de dominar Canadá y Groenlandia al norte y el Canal de Panamá, al sur. Todo cabe en la idea de la “fortaleza de América”, el “Golfo de América” incluido.
Lo importante de todo es la imposición de la nueva mantra económica mundial: el proteccionismo. A los países europeos les incomoda, porque su pensamiento político y económico es de fronteras abiertas, no cerradas. Lo mismo sucede con Canadá, que ha reaccionado con furia política y económica al proteccionismo de Estados Unidos, y reorienta su economía hacia Europa.
Ningún país del mundo ha reaccionado con algarabía y cuasi festividad a los anuncios de Trump como México. México, el país que no le impuso aranceles recíprocos a Estados Unidos cuando ellos nos impusieron el 25% al acero y aluminio, incluso parece disfrutar su relación de esclavo sentimental de Trump. El gobierno, Morena y empresarios descorcharon las botellas de champaña: nos entendió Trump y le respondemos con un programa más proteccionista que el suyo.
La respuesta de México a la crisis que recién empieza es una plataforma de 18 puntos más proteccionistas que la propuesta de Trump. La propuesta del gobierno de Morena es volver más y más hacia adentro, aislados del mundo en lo económico, y esperar las próximas decisiones de Trump.
Al volver la mirada hacia adentro, el gobierno propone: control de precios, autosuficiencia alimentaria, autosuficiencia energética, fabricar autos en México, dejar de importar fertilizantes, aumentar la venta de productos nacionales en comercios, “crear” 500 mil empleos e impulsar bolsas de trabajo.
Para lograr otros objetivos, propone erogar recursos públicos, cuyo origen no precisa, en aumentar el salario mínimo, aumentar los programas sociales, construir trenes, construir vivienda de interés social, ofrecer créditos a MIPymes, invertir en ciencia, acelerar la construcción de carreteras.
Administrativamente el gobierno termina ofreciendo: simplificación de trámites ante COFEPRIS, reformar la ley de adquisiciones y crear una ventanilla digital para inversores.
La respuesta de México es ser más proteccionista que el Presidente de Estados Unidos. Esos 18 puntos amenazan con convertir a México en exégeta del proteccionismo. Cuando escucharon la propuesta de la Presidenta, el público de políticos de Morena y empresarios irrumpieron a gritos, con puño en alto al son de: ¡sí se pudo!
¿Sí se pudo qué? nos debemos preguntar. Esa euforia tiene un fuerte componente de ceguera de taller. No se frenaron los aranceles. Canadá logró lo mismo, y no lo festejó como un triunfo. Al contrario: se prepara Canadá para los embates que vienen de las políticas económicas de Trump. México lo festeja como si se hubiera terminado la guerra, cuando en realidad apenas empieza, y hay que preparar al país para embates futuros.
Vivir de la ilusión proteccionista que ha propuesto el gobierno no nos hace fuertes a futuros peligros. Nos debilita, porque son objetivos que no se van a lograr, entre otras razones porque las realidades económicas no lo van a permitir y porque no tenemos ni remotamente el dinero disponible para semejantes propósitos. México es un país cercano a la quiebra técnica, tanto económica como fiscal. La recesión es más posible que lo contrario.
Entonces, ¿qué debemos estar haciendo, en vez de construir vanas ilusiones? Frenar lo que desalienta la inversión nacional y extranjera. La elección judicial debe ser desechada, los sectores de energéticos, de telecomunicaciones, los transportes, la farmacéutica y la minera deberán abrirse a la inversión privada, sin prejuicios. Los proyectos público-privados deberán ser la norma, no la excepción. El dinero público será prioritariamente para cuestiones de seguridad, educación, salud y vivienda. La transparencia y la rendición de cuentas es la única manera de combatir la corrupción prevaleciente hoy.
Y los temas políticos deberán resolverse: la intolerancia a la presencia de la oposición es inaceptable cuando se trata de unir a la nación, especialmente cuando hay falta de diálogo con disidentes sociales y un exceso de diálogo con grupos criminales.
El gobierno tiene que cortar el cordón umbilical que une el narcotráfico con la política. Enfrentar al crimen organizado y controlar las aduanas son tareas necesarias para consolidar la fuerza económica del país.
En resumen, la respuesta correcta a Trump no es ser más proteccionista que él, como lo propone Morena y, creo, AMLO. La respuesta correcta es la apertura audaz de nuestra economía para crear una base sólida desde la cual resistir los embates que van a venir del Norte. De no contar con esa base sólida, seguiremos sonriendo, bailando y cantando hasta el entierro de toda idea de una República independiente.
POR RICARDO PASCOE
COLABORADOR
ricardopascoe@hotmail.com
@rpascoep
MAAZ
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